Visalvit2022-10-13T15:01:16+02:00
La vuelta al trabajo tras la vacaciones, la vuelta al colegio de los niños, retomar rutinas…. hay meses como septiembre que siempre resultan muy exigentes. Pedimos a nuestro cuerpo «cambiar de marcha» para poder llegar a todo esta situación si se prolonga en el tiempo puede generar situaciones de estrés indeseables.
Generalmente asociamos el estrés con problemas de tipo psicológico (bloqueos mentales, sensación de pérdida de control….etc) pero el estrés también puede producir problemas a un nivel físico. En el presente artículo vamos a fijarnos precisamente en la vertiente física del estrés.
¿Qué es el estrés?
El estrés es una respuesta natural de nuestro organismo ante una situación que se nos presenta y que tenemos que abordar. Es un comportamiento “reflejo” por adecuarnos a las presiones, tanto internas o externas, con el objetivo de que el organismo pueda seguir funcionando. Por tanto, es una respuesta adaptativa, indispensable en nuestro día a día.
¿Cómo funciona?
En una primera fase, el organismo desarrolla una serie de alteraciones de orden fisiológico y psicológico (ansiedad, inquietud), que lo predisponen para enfrentarse a la situación estresante. Aquí es cuando sentimos que rendimos a un buen nivel, el sistema nervioso se predispone a la acción física y se vierten más hormonas a la sangre; la frecuencia cardíaca y la presión arterial aumentan, hay respiración acelerada, tensión muscular (o contracturas) y rápido consumo de la energía.
Si tras esto, seguimos teniendo esta situación estresante por un tiempo prolongado, llegamos a una segunda fase donde el organismo se desequilibra y estamos pesimistas, nos cuesta cada vez más concentrarnos, nos sentimos irritados y cansados. Esto es consecuencia de que el organismo no puede seguir gastando la misma energía, y tiene que reajustar su activación.
¿Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando tenemos estrés prolongado?
Algunas de las consecuencias a nivel físico pueden ser:
1. Obesidad y sobrepeso: Al estar en un constante estrés, se incrementan los niveles de hormonas que nos estimulan a comer, sobretodo más grasas y azúcares. También se reducen las hormonas o péptidos que sacian.
2. Pérdida del cabello: Esta es una de las frecuentes consecuencias del estrés, ya que se presenta por el debilitamiento de los folículos pilosos.
3. Reducción del deseo sexual: La producción elevada de cortisol reduce la generación de las hormonas que alimentan la libido.
4. Menstruación irregular: El estrés crónico daña el equilibrio hormonal del cuerpo, lo que induce a retrasos o ausencias del flujo menstrual.
5. Acné: Los altos niveles de cortisol que se generan por el estrés aumentan la producción de aceites o grasas corporales, lo que contribuye a la aparición de granos.
6. Úlceras: El estrés altera el sistema digestivo en las personas e incrementa la producción de ácidos estomacales, lo cual favorece el desarrollo de úlceras e indigestión.
7. Insomnio: Es frecuente la dificultad para dormir, y se genera por la alteración del sistema nervioso, lo que dificulta la concentración, genera irritabilidad y falta de motivación.
8. Enfermedades cardiacas: La tensión aumenta el nivel de hormonas en la sangre y acelera la presión arterial. El estrés, junto con otras causas, es la base para problemas de corazón y circulatorios.
¿Cómo podemos saber si estamos estresados?
Las discusiones continuas con nuestro círculo cercano, los gritos, el mal humor y la irritación son algunas de esas señales. También podemos fijarnos en la apatía, los pensamientos constantes acerca de todas las cosas que tenemos que hacer, las tensiones de cuello y espalda, los problemas estomacales como síntomas de estrés.
Algunos consejos
– Es muy importante saber “escuchar” a nuestro cuerpo. Nos manda muchos mensajes de cómo se encuentra, y en nuestra mano está escucharle y tomarle en consideración en nuestra vida diaria.
– Empieza por revisar tu alimentación. Hay una serie de nutrientes que en estos casos no deben faltar en nuestra alimentación como la vitamina C, magnesio, calcio y omega-3. Lo ideal es que incorpores los alimentos que los contienen a tu dieta diaria aunque a veces viene bien algún pequeño refuerzo por medio de algún complemento nutricional.
– Busca pausas en tu día a día y haz algo de ejercicio físico.
Siguiendo estas pequeñas pautas notarás como el cuerpo empieza a “responder”.
Fuente imagen: Pexels – David Garrison
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